Por: LLUIS MIRALLES
En mi opinión, un hotel boutique es un hotel
de pequeña capacidad, en una ubicación de mucho atractivo, discreto,
confortable y exclusivo para clientes de trato elegante y selecto, con
servicios altamente personalizados. La atención muy directa del
propietario o responsable es esencial. Se espera que la oferta
gastronómica sea exquisita y de calidad clásica y constante. Me imagino
un hotelito en los Campos Eliseos de Paris, en un edificio elegante,
atendido por una propietaria inmaculada, impecable, discreta y empática.
La palabra "boutique" que viene del
francés (donde significa tienda, comercio o pequeño negocio), ha dado
pié a un epíteto añadido al nombre de los hoteles que intentan
distinguirse y atraer al cliente más sofisticado. Esto es por lo menos
lo que entiendo yo.
Pero pareciera que cada hotelero esperaría que con el añadido de la palabra "boutique" al nombre de su establecimiento, lograra un lustre, una calidad superior y unas tarifas más elevadas. Porque, seamos conscientes, un viajero que va a un hotel boutique no espera un hotel económico. Pero, ¿que más espera el cliente cuando busca alojarse en un hotel boutique?
El cliente más selecto, no siempre de mayor poder económico, busca un alojamiento confortable, céntrico, emblemático, frecuentado por huéspedes de un nivel cultural, social y status similar.
A menudo me preguntan si conozco algún reglamento que pueda aplicarse a la denominación “Hotel Boutique”. Francamente no lo conozco, aunque he oído que en algún país la están intentando crear. La mayoría de los hoteles que yo podría considerar “boutique”, no presumen de ello. Usan la discreción al máximo, y son ejemplos de vocación, profesionalidad y exquisita atención.
Lo que nadie puede pretender es que aplicando la denominación “boutique” a cualquier edificio proyectado por un diseñador de moda, consiga la llave del éxito para toda la vida, y pueda constituirse en un faro ejemplar, envidia y modelo para el sector.
De toda la vida sabemos que el éxito de un establecimiento hotelero parte en primer lugar de la demanda del mercado, su ubicación, y la profesionalidad del servicio.
Pero pareciera que cada hotelero esperaría que con el añadido de la palabra "boutique" al nombre de su establecimiento, lograra un lustre, una calidad superior y unas tarifas más elevadas. Porque, seamos conscientes, un viajero que va a un hotel boutique no espera un hotel económico. Pero, ¿que más espera el cliente cuando busca alojarse en un hotel boutique?
El cliente más selecto, no siempre de mayor poder económico, busca un alojamiento confortable, céntrico, emblemático, frecuentado por huéspedes de un nivel cultural, social y status similar.
A menudo me preguntan si conozco algún reglamento que pueda aplicarse a la denominación “Hotel Boutique”. Francamente no lo conozco, aunque he oído que en algún país la están intentando crear. La mayoría de los hoteles que yo podría considerar “boutique”, no presumen de ello. Usan la discreción al máximo, y son ejemplos de vocación, profesionalidad y exquisita atención.
Lo que nadie puede pretender es que aplicando la denominación “boutique” a cualquier edificio proyectado por un diseñador de moda, consiga la llave del éxito para toda la vida, y pueda constituirse en un faro ejemplar, envidia y modelo para el sector.
De toda la vida sabemos que el éxito de un establecimiento hotelero parte en primer lugar de la demanda del mercado, su ubicación, y la profesionalidad del servicio.
Hotelee
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