
En el mundo de los vinos muchas veces las apariencias engañan, y los vinos más caros y famosos no son siempre los mejores.
Robin Goldstein y Alexis Herschkowitsch, autores de un polémico libro, The Wine Trial, crearon un sistema de categorías de vinos de calidad sobre la base de la aplicación de catas a ciegas. Se realizaron muchas sesiones de trabajo donde participaron personas relacionadas de manera directa e indirecta con el vino –como productores, comerciantes, sommeliers, artistas y otros interesados en el mundo del vino—, que evaluaron en varios escenarios más de seis mil copas de vino. Eran vinos de muchas procedencias los que competían, entre los países destacaban Francia, España, Italia, Portugal, Australia, Nueva Zelanda, Argentina, Chile y Estados Unidos.
Los resultados recopilados por los especialistas en medición fueron sorprendentes para todos, y decepcionantes para muchos que se jactan de ser “expertos conocedores de la materia vinícola”: en las catas a ciegas realizadas, la mayoría de los participantes se “decantaron” por los vinos baratos en desmedro de los vinos de mayor precio. Es decir, que cuando se hace caso omiso de la publicidad que privilegia a unos vinos, los más caros, sobre otros de menor precio, los consumidores se dejan llevar más por su paladar que por el precio del producto, que otorga a la mercancía una condición de preferencia vinculada con la marca y el estatus de quien la consume, que la convierte así en una mercancía “aspiracional”, que se vincula con elementos de prestigio social.
Tres décadas antes, en París, el 24 de mayo de 1976, se produjo otra histórica cata a ciegas conocida como El Juicio de París, y relatada en sus detalles por George Taber en su libro The Judgement of Paris (2005). En esa cata a ciegas se evaluaron veinte vinos, diez rojos y diez blancos, enfrentando vinos borgoñas y burdeos franceses con cabernet sauvignon y chardonnays de California. El grupo de cata estaba integrado por distinguidas personalidades, todas francesas, entre los cuales figuraban Odette Khan, directora de La Revue de Vins de France, y Aubert de Villaine, propietario del Domaine de la Romanée-Conti. En la categoría de los vinos blancos, ganó el Chateau Montelena Chardonnay 1973, de Napa Valley, de California, por encima de los grandes vinos blancos franceses. Entre los vinos rojos, el cabernet sauvignon Stag´s Leap 1973 californiano ocupó el primer lugar, superando los más reputados vinos burdeos franceses. Desde entonces, la supremacía absoluta de los vinos franceses fue puesta en tela de juicio en el mundo del vino.
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