Esta cepa compensa con untuosidad a la tánica cabernet sauvignon en los vinos de Paulliac, a orillas del Estuario de la Gironda, más adentro en tierras bordelesas, enseñorea en casi un cien por ciento los caldos de Saint Emilion.
En el Nuevo Mundo se presenta como varietal, o en la forma bivarietal con su inseparable cabernet sauvignon.
Madura más rápido que otras cepas tintas y ofrece a la vista un intenso rubí. En boca es terso y su aroma evoca frutos rojos y cuero.
En la mesa acompaña estupendamente un magret de pato, un jugoso churrasco de solomo, así como el conejo y preparaciones de cacería. Se recomienda para asistir a un fondue de quesos con emmenthal o gouda.
Y al final de un banquete puede lucirse con un queso semiduro, como el cheddar o el manchego. O junto a un postre a base de higos o membrillo.
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