miércoles, 3 de agosto de 2016

Los bagres del río Orinoco, un exquisito placer gastronómico que debes conocer


Conocedora de la riqueza del principal río de Venezuela, Karla Herrera Wulff, cocinera de oficio y alma, conoce las especies que habitan el río y de ellas ha aprendido a destacar sus potencialidades culinarias, logrando impactar a los más exigentes comensales.
Entre los bagres del río Orinoco quizás el más conocido como rico platillo es el el lau lau, característico por una carne blanca y firme, la cual no logra desmenuzarce y cuando se fríe, su extraordinario sabor con ciertas notas ahumadas y cítricas, envuelve nuestro paladar.
El lau lau, tambié se puede comer guisado, en papillote o en carpaccio, Karla Herrera Wulff reconoce como cocinera, que la riqueza del río nos ofrece además del lau lau, el “bagre cajaro”, el cual es de proporciones muy grande, hasta el punto que se vende sin cabeza.
Es común degustarlo rebozado en harina de trigo, huevo, sal, pimienta y aquellas preparaciones más exóticas o provenientes de culturas de otras tierras, como el “fish and chip”, preparado a base de cerveza acompañado con papa o batata fritas, resulta realmente delicioso con nuestro bagre cajaro.
La lista de bagres que esta cocinera ofrece, van desde preparaciones de enrollados que cuece al vapor, a la doncella, los de carne rosada que escalda y sirve con aderezo de parchita. Y una de mis presentaciones favoritas, el gitanillo, con el cual se logra un sabor asalmonado, ofrecido en pinchos con mucho cilantro.
Además impacta con sus sabores al comensal con el bagre Rayao, dorado, tigre, pijoleta, blanco pobre y garbanzo, todos en presentaciones deliciosas al freír, hornear o guisar.
Por otro lado. Herrera no olvida el valor trascendente delos peces de escama, los cuáles compoarten el habitat del río con los bagres. Entre ellos el caribe el cual combinado con la guaraguara, logra un consomé de potente y memorable sabor, sin olvidar que también ambos pueden ofrecerse secos, molidos y mezclados con sal, limón y ají picante, guarnecidos curiosamente con su trufa de chocolate.
Otra posibilidad es la curbinata, con la que hace escabeche, o la guabina, el bocachico y la palambra, fritos y la no menos inolvidable sapoara, que aparece en este mes de agosto, la cual prepara prepara al horno o en sopa.
Y para aquellos paladares tentados por los pescados salados, los cuáles esta cocinera se reconoce por los cuajados de Semana Santa, apetitosos y suculentos, acompañados con papas y plátano frito, a los cuáles incorpora una corona de huevo batido y aceite onotado. Y sus celebres camarones negros ideales para asopados.

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