A la hora de pensar en las armonías, normalmente se sugiere acompañar con carnes rojas o blancas,pero hay una tercera opción a la que no siempre se le da la importancia que merece: los platillos vegetarianos.
Aquí, la norma no es tan sencilla ya que varía mucho dependiendo del modo de preparación, pero esperamos darte algunas nociones base:
Platos cocidos y con salsa de tomate pueden ir bien con un tinto joven y afrutado, por ejemplo, merlot o un blend de bajos taninos. La pizza (para ovolacto vegetarianos, por el queso y huevo de la masa) o la pasta napolitana son ejemplos de una armonía con tinto, ya que por su acidez, un blanco le quitaría puntos.
Platos cremosos y suaves como un risotto de champiñones o una tarta de ajoporro pueden combinarse con un blanco voluptuoso como el chardonnay, y si la receta es un poco grasosa, un sauvignon blanc o un gewurztraminer podrá, con su acidez, darle equilibrio a la mesa.
Platos frescos como ensaladas (sin vinagreta), o vegetales jugosos como berenjenas pueden encontrar en el punto medio de un rosé seco su armonía ganadora. De hecho, este vino es amigo de los vegetales pues es refrescante y ligero, así que no los opaca como sucede con muchos tintos.
Ojo con las especias, el curry, la paprika y otros condimentos fuertes reclaman un vino capaz de hacerles frente, por ello, un sabroso roti, sándwich pita o unos vegetales salteados con sazón asiática, entre otros platos; pueden acompañarse de un tinto con crianza, o de un malbec, shyrah u otro tinto de cierta intensidad.
Para los sabores thai, con un característico punto agridulce, un vino blanco con algo de dulzor puede ir bien; el rieling o el viognier son buenas ideas. Otra opción es recurrir a los espumosos, que hacen maravillas con platos picantes, exóticos y otros que retan a la mayoría de los vinos.
Y si quieres llevar tu interés al siguiente nivel, no dejes de conocer los vinos orgánicos y biodinámicos, producidos en armonía con la naturaleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario