viernes, 23 de octubre de 2015

El humor como vanguardia y arte nuevo



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El Humor es la representación más exacta de lo que podría pensarse como una vanguardia, en cuanto es el Humor el único medio capaz de romper con todo y romperlo todo. El Humor transgrede ideologías, modelos de conducta, de moral, religiones y, sobre todo, construye otro hombre, un hombre nuevo. Un nuevo hombre que asume su carácter contradictorio, marginal, reflexivo y, mayoritariamente, analítico.
Por Isidora Campano N.
Las problemáticas políticas, sociales y económicas de fines del siglo XIX y los primeros años del siglo XX, repercutieron fuertemente en el Arte y sus manifestaciones. La necesidad de un cambio total motivó la reflexión respecto a cómo puede renovarse también el arte, cuáles son sus temas y objetivos, y –sobre todo- cuál/cómo es su relación con la historia (tradición artística-literaria). El movimiento de Vanguardia es parte de la ebullición renovadora y promulga que esa renovación –urgente y necesaria- supone una ruptura con toda la tradición conocida.
Los defensores de la Vanguardia entienden el concepto de "tradición" como repetición de temas, formas y modos de representación utilizados a través de la historia (historia de la pintura, de la música y de la literatura, principalmente). Matei Calinescu se refiere a la problemática de principios del siglo XX y a la Vanguardia afirmando que "[p]ara la segunda década de nuestro siglo, la vanguardia, como concepto artístico, era ya suficientemente comprensiva como para poder designar no una, sino todas las nuevas escuelas cuyos programas estéticos se definían, de modo general, por su rechazo del pasado y el culto a lo nuevo" (Calinescu, 120).
La necesidad de una Literatura Nueva (Arte Nuevo) extiende la reflexión al área de la filosofía, y es José Ortega y Gasset quien publica, en 1925, en España, un ensayo titulado La deshumanización del arte, donde propone cómo debe entenderse y producirse este nuevo arte o Arte Puro, arte que responde a las necesidades de los cambios históricos:
[e]s, en verdad, sorprendente y misteriosa la compacta solidaridad consigo misma que cada época histórica mantiene en sus manifestaciones. Una inspiración idéntica, un mismo estilo biológico pulsa en las artes más diversas. Sin darse cuenta de ello, el músico joven aspira a realizar con sonidos exactamente los mismos valores estéticos que el pintor, el poeta y el dramaturgo, sus contemporáneos. Y esta identidad de sentido artístico había de rendir, por fuerza, idéntica consecuencia sociológica (Ortega y Gasset, 12).
A los planteamientos de la Vanguardia y a la promulgación de un arte des-humanizado, se suman las reflexiones y teorías sobre el humor, la risa y lo cómico. El Humor se convierte en uno de los hitos más importantes, transgresores e incomprendidos del periodo –hasta hoy, incluso-. Y es en este concepto –el Humor- en el que quiero detenerme y en el que ahondaré en este artículo, porque si la reflexión artística en pleno periodo de guerras mundiales, revoluciones sociales y cuestionamientos existenciales apunta a la necesidad de crear un arte nuevo, supone que lo conocido hasta ese momento como arte no es capaz de reflejar o dar cuenta de estos nuevos conflictos del hombre y su entorno, y se hace necesario, entonces, problematizar qué es lo que se entiende por arte y cómo éste se relaciona con el hombre (como autor y como receptor/lector). Así entonces, surgen teorías como la de romper con todo lo anterior creando nuevas imágenes, añadiendo áreas del conocimiento o del ser y del quehacer humano antes no consideradas como materias artísticas (subconsciente, objetos cotidianos, ideologías políticas, máquinas, etc.); o teorías como la de Ortega y Gasset que propone des-realizar el arte, alejándolo de toda emocionalidad y/o sentimentalismo humano; o cobra más fuerza el Humor, como teoría artística y vital, como manifestación de la necesidad de reírse de todo aquello que (le) sucede al hombre.
Estas teorías llevan implícita la idea de renovación artística en tanto los modelos de arte y creación hasta ese momento conocidos no satisfacen las inquietudes y los cuestionamientos de este nuevo hombre, ya Calinescu lo asevera al plantear que "la novedad se lograba, mayormente, en el proceso de destrucción de la tradición; la máxima anarquista de Bakunin, "Destruir es crear", es aplicable a la mayoría de las actividades de la vanguardia del siglo XX" (Calinescu, 120), y, por lo mismo, se necesitan nuevas formas de representación y creación que reflejen esas nuevas vivencias o, también, que reflejen el descontento/desacuerdo con esa realidad vital, ya sea alejándose de ella a través de un arte intelectual y abstracto o a través del Humor.
Lo que propongo es que el Humor es la representación más exacta de lo que podría pensarse como una vanguardia, en cuanto es el Humor el único medio capaz de romper con todo y romperlo todo. El Humor transgrede ideologías, modelos de conducta, de moral, religiones y, sobre todo, construye otro hombre, un hombre nuevo. Un nuevo hombre que asume su carácter contradictorio, marginal, reflexivo y, mayoritariamente, analítico.
Sobre el Humor, lo cómico y la condición del humorista se ha escrito mucho, pero son cuatro los autores que –me parece- dan luces claras respecto a su definición.
Robert Escarpit plantea el humor como una construcción voluntaria del artista, y lo define como "el único remedio que distiende los nervios del mundo sin adormecerlo, le da su libertad de espíritu sin volverlo loco y pone en manos de los hombres, sin aplastarlos, el peso de su propio destino" (Escarpit, 74).
Luigi Pirandello plantea que "el humorismo es arte (...) especial actividad de la reflexión" (Pirandello, 195).
Charles Baudelaire plantea lo cómico –entendiendo aquí el uso de 'cómico' equivalente al concepto de Humor- como una reacción del artista, en cuanto hombre, es decir, en cuanto creación de 'dios' y, por lo mismo, también como dios y creador, y tiene plena conciencia del ejercicio intelectual que está detrás de esto: "[l]os artistas crean lo cómico; habiendo estudiado y reunido los elementos de lo cómico, saben que tal ser es cómico y que sólo lo es a condición de ignorar su naturaleza" (Baudelaire, 51).
Y Ramón Gómez de la Serna plantea que "[e]l humorista vive entre la contradicción de los opuestos, con una misión que ha de hermanar colores dispares" (Gómez de la Serna, Automoribundia. 189).
Todos coinciden en dos puntos: primero, que el humor es un ejercicio intelectual, por lo tanto es una actividad voluntaria de análisis y reflexión abstracta, y, segundo, que es intrínseco al humorista y al humorismo la contradicción.
Entiendo esta contradicción como lo hace Gómez de la Serna definiendo lo humorístico como el ejercicio de unir lo opuesto, lo paradojal y lo contradictorio. Y la mayor contradicción, quizás, de este periodo fue la de proponer un arte nuevo desligado de toda vivencia humana, des-realizado o deshumanizado, pues el Humor afirma, justamente, que es a partir de la experiencia de fragilidad humana de donde surge la necesidad de representación de esa nueva condición: la dualidad vida/muerte que enfrenta el hombre, la experiencia de desasosiego y de finitud que la guerra y los cambios vividos otorgan a la existencia humana.
Según Ortega y Gasset "el arte de que hablamos no es sólo inhumano por no contener cosas humanas, sino que consiste activamente en esa operación de deshumanizar. En su fuga de lo humano no le importa tanto el término ad quem, la fauna heteróclita a que llega, como el término a quo, el aspecto humano que destruye" ( Ortega y Gasset, 28) y continúa cuando afirma que "[l]o personal, por ser lo más humano de lo humano, es lo que más evita el arte joven" (31), "el arte ha de ser todo plena claridad, mediodía de intelección" (31). Así las cosas, Ortega, al proponer un alejamiento casi absoluto de lo humano y vivencial, creo que propone un arte nuevo que no dé cuenta explícitamente de los conflictos existenciales, sino que haya un proceso intelectual, racional en la creación, de ahí el énfasis en el "asco a las formas vivas" (46); sin embargo, creo también que esto puede interpretarse como la necesidad de huida o fuga de esa realidad vital en la que el hombre se debate en la dualidad vida/muerte. Quizás lo que niega es el explicitar el conflicto humano, velar la participación sentimental disfrazándola o escondiéndola en la irrealización de su mundo. Porque, cuando más adelante afirma que "el artista de ahora nos invita a que contemplemos un arte que es una broma, que es, esencialmente la burla de sí mismo. Porque en esto radica la comicidad de esta inspiración. En vez de reírse de alguien o algo determinado –sin víctima no hay comedia-, el arte nuevo ridiculiza el arte" (48), de alguna manera está afirmando que ese nuevo arte es, necesariamente, una huida del hombre mismo y de su conflicto, por eso la detención en la contemplación del arte y del hombre, por la necesidad de comprender 'intelectualmente' el conflicto humano y reírse de él. Henri Bergson incluso plantea que "lo cómico oscila entre la vida y el arte –la relación general entre el arte y la vida" (Bergson, 25).
En oposición a estas ideas, Gómez de la Serna en Una teoría personal del arte, se refiere a la nueva literatura por la imposibilidad de ser definida, "[e]l concepto de la nueva literatura no obedece al simplismo de las preceptivas: es algo mucho más complicado, que entrelaza otros muchos conceptos" (Gómez de la Serna, 56), y plantea que "la nueva literatura se ha apropiado de una significación de que estaban desposeídas todas las obras. Aúna elementos que ninguna otra ha llegado a coleccionar" (56-57).
Lo que tienen en común los dos autores antes señalados es la afirmación en el carácter novedoso de esta literatura. Pero mientras Ortega y Gasset enfatiza en el distanciamiento máximo de lo humano por y para el arte, Gómez de la Serna afirma que "[l]a primera influencia de la literatura es la vida, esta vida de hoy desvelada, corita, contundente como nunca, bajo una inaudita invasión de luz" (57) y recalca que "[i]r por la significación intelectual de la vida a la vida misma es un error" (62), de ahí el énfasis en la actividad intelectual del artista para comprender, aprehender y crear/re-crear el mundo y el arte.
A pesar de tan grandes diferencias, ya Ortega –tímida y tibiamente, quizás- afirma la comicidad de este nuevo arte como una posibilidad. Una comicidad que surge -evidentemente y tal como antes lo afirmé-, de la necesidad de distanciamiento emocional de esa realidad vital deprimente y opresora del nuevo hombre. Y Gómez de la Serna coincide en ello cuando plantea que "[l]a actitud más cierta ante la efimeridad de la vida es el humor. Es el deber racional más indispensable, y en su almohada de trivialidades, mezcladas de gravedades, se descansa con plenitud " (204). El humor es, entonces, intelecto y única vía creativa en el panorama renovador de estos años.
También hay otra coincidencia: la actividad intelectual, racional, que consignan ambos autores, y el Humor -o lo cómico- se constituye como puesta en práctica del ejercicio analítico de la razón, porque es sólo a través de la razón donde el hombre, el artista creador -el humorista, en definitiva- puede vencer sus miedos y ejercer su libertad. Henri Bergson lo sugiere en La Risa, al desarrollar la idea de lo cómico y plantear que la risa producto del humor es siempre inteligencia pura. Y Gómez de la Serna lo afirma: "[e]l humorismo ha acabado con el miedo, debe acabar aún más con él. Cosa importantísima, porque sabido es que el miedo es el peor consejero de la vida, el mayor creador de obsesiones y prejuicios" (204). Este miedo del que habla Gómez de la Serna, lo entiendo como el peso de la programación artística existente, modelos y paradigmas de creación que se han institucionalizado y que deben ser re-creados, renovados, sin rendición de tributo de ninguna especie, a través del humor, que, a su vez, sólo podría rendir tributo a nada más que al ingenio y a la agudeza del artista.
Es el Humor una forma de ruptura con todo lo repetido y conocido como tradición y vieja literatura. Es el Humor el arte nuevo promulgado por Ortega y Gasset como arte intelectual. Es el Humor la nueva literatura que superpone al hombre a sus miedos y esclavitudes. Es el Humor el que rompe con los moldes de la tradición y la historia, tal como se lo propuso la Vanguardia, y Eugene Ionesco, citado en el texto de Calinescu, también lo cree al plantear que "(...) definir la vanguardia en términos de oposición y ruptura (...). El hombre de vanguardia es el oponente del sistema existente" (Calinescu, 121). Y son oposición y ruptura las herramientas del Humor para 'revolucionar' o invertir los órdenes establecidos.
Cuando Baudelaire plantea la dualidad del hombre, lo hace pensando en su condición de ser creado y creador, y también pensando en los humoristas como:
hombres que tienen la profesión de desarrollar en ellos el sentimiento de lo cómico y de sacarlo de sí mismos para diversión de sus semejantes, fenómeno que entra en la clase de todos los fenómenos artísticos que denotan en el ser humano la existencia de una dualidad permanente, la facultad de ser a la vez uno y otro (Baudelaire, 50-51).
Creo que esta dualidad es interpretable también como la dualidad vida/muerte que Gómez de la Serna desarrolla y supera a través del Humorismo, enfatizando su carácter humano y vitalista.
Rastrear el Humor en el arte y la literatura como lo hacen Pirandello, Escarpit, Bergson y Baudelaire es la manifestación concreta de que éste es el Arte Nuevo, es éste el nuevo 'ismo', la Vanguardia con que el hombre, el artista, el intelectual supera sus temores, aprehensiones y modelos culturales. Aplicar el Humor como lo hace Gómez de la Serna es la construcción –o desconstrucción o destrucción- de ese nuevo arte o Nueva Literatura, asumiendo y experimentando con todos los conocimientos y supuestos artísticos oficiales.
Si la Vanguardia proclama y busca la libertad absoluta, el Humor es manifestación de ello. Ya lo dice Gómez de la Serna "[h]ay que desconcertar al personaje absoluto que parecemos ser, dividirle, salirnos de nosotros, ver si desde lejos o desde fuera vemos mejor lo que sucede" (Gómez de la Serna, 204), y es sólo en libertad, sin prejuicios ni imposiciones ideológicas donde el hombre puede ver y entender su existencia, no por lo que pueda llegar a ser sino por "[l]a comprensión elevada del humorismo que acepta que las cosas puedan ser de otra manera y no ser lo que es y ser lo que no es. El acepta que en la relatividad del mundo es posible lo contrario aunque eso sea improbable por el razonamiento" (205). Este es el arte nuevo, el Humor, que "casi no se trata de un género literario, sino de un género de vida, o mejor dicho, de una actitud frente a la vida" (205). ¿Cómo negar, entonces, la relación arte nuevo y vida?
Es a partir de las nuevas experiencias vitales que estos nuevos hombres se cuestionan la búsqueda de un nuevo arte y una nueva literatura. Y esta novedad se traduce en libertad de creación y pensamiento. El Humor es parte de ese ejercicio de libertad y arranca desde la vida misma o -mejor incluso- desde el análisis de ésta.
El humor otorga la impunidad para hacer el análisis vital y superar lo superfluo, a través de él se desnuda la jerarquía y la organización humanas, descubriendo los anquilosamientos que detienen la evolución/transformación del hombre. "El humor muestra el doble de toda cosa, la grotesca sobra de los seres con tricornio y lo serio de las sobras grotescas" ( Gómez de la Serna, 205), "[e]l humor entra en las cosas por el lado por el que no existen, y que es el que las revela más" (208). El humor es el más novedoso de los "ismos" –de ahí el Humorismo- producido en España y que se transformará luego en la única posibilidad de resistencia a una sociedad en crisis.
El Humor como ejercicio de libertad es también el acto de romper constantemente con todo, y lo convierte, evidentemente, en juego. El Humor es el juego de la libertad, es el poner en jaque todas las normas de creación y estructuras artísticas y sociales: "el humorista es un propugnador de nuevas libertades, el primer heraldo de nuevas revanchas, de nuevos géneros desenlazados, en mayor libertad de acción" (Gómez de la Serna, 207). El humorista es el portador y ejecutor de una nueva voz, una nueva mirada y una nueva pluma, que despeinará –desconstruirá- lo conocido, develando e iluminando lo escondido del hombre. Y es a través del juego donde el hombre –el artista- construye o reconstruye su vida: "[g]racias al humorismo, el artista evita el creer resolver problemas que son insolubles y que tal vez ni problemas son, sino la vida mal planteada, defectos de la vida confinada en pequeños círculos" (207).
El Humor es la vida, y el arte nuevo tiene, necesariamente, que ser manifestación de ello: "[t]oda obra tiene que estar ya descalabrada por el humor, calada por el humor, con sospechas de humorística; y si no, está herida de muerte, de inercia, de disolución cancerosa" (207).
El ejercicio –o juego- de libertad que inicia el humorista, lo convierte en el sabio de su mundo, pues ha comprendido el drama de la vida[1] y ha encontrado el remedio para éste en la comicidad. El humor es la vía de escape a la agresividad social, a la violencia humana; el Humor es la conjunción de vida y muerte como comprensión de dos extremos, dos pulsiones vitales que desorientan al hombre. Gómez de la Serna ha insistido en ello: "El humorismo español está dedicado a pasar el trago de la muerte, y de paso para atravesar mejor el trago de la vida. No es para hacer gracias, ni es un juego de enredos" (216). El Humor es la resolución de esa bifurcación vital que hace que el hombre –el humorista- viva su existencia deambulando entre la vida y la muerte y haciéndose cargo de ello. De aquí que "[e]n el humorista se mezclan el excéntrico, el payaso y el hombre triste, que los contempla a los dos. Es la tragicomedia sin crimen ni sangre, con baile de cosas, seres y hechos en medio de su acción" (209) y "[l]os más grandes escritores son los humoristas (...) los que vibran en el presente, los que pueden vivir la inquietud de nuestros días, los que no están en los museos con sus grandes esqueletos (...)" (208).
Si lo que Ortega y Gasset buscaba era definir y delimitar el concepto de un Arte Nuevo, y planteó que éste debía estar lo más lejos posible de lo humano, ser casi in-humano, convertirse en un arte artificial, una invención del mundo, no sólo planteó el problema o la necesidad de una novedad en la creación y en la formación del artista, sino que también trajo consigo la discusión sobre la imposibilidad de escapar a la realidad dualista y emocional del hombre. Ortega habla de la broma y de lo cómico para salir del conflicto, sin darse cuenta –quizás- que en esa comicidad, en ese reírse el arte de sí mismo, radicaba la novedad del arte nuevo que proclama. En una época donde la Vanguardia y sus 'ismos'vociferan la novedad absoluta, más clara surge la voz de Gómez de la Serna al entender, proclamar y practicar que ese arte nuevo del que habla Ortega y de que esa novedad o libertad absolutas que pregonan los vanguardismos, pueden agruparse y resolverse en sólo un concepto: Humor. En él se mezclan las dualidades, se combinan los géneros, se rompen los esquemas, se desnuda el mundo y al hombre; a través del Humor se proclama la libertad del artista y se ejerce. A través del Humor el hombre aprende a convivir con la vida y con la muerte, dosificando todas las emociones y los sentimientos en un acto de intelectualidad y racionalidad absolutas. "El humorismo acaba en sí mismo, se completa en sus propios cuadros, se satisface en sus escenas" (Gómez de la Serna, 211), y es por eso que el Humor resuelve las problemáticas no sólo humanas, sino que también teóricas, artísticas y filosóficas respecto a la renovación estética buscada y promulgada por la Vanguardia. Y Calinescu intuye el papel unificador de ésta cuando afirma que "la vanguardia ilustra (...) estas ambigüedades, y, aunque a menudo es grosera y tosca (como lo son la mayoría de las parodias actuales), a veces puede estar tan cerca de su modelo como para confundirla con él" (Calinescu, 142).
El Humor trasciende -¿o supera?- las inquietudes humanas a través del análisis y el desnudo de las propias acciones del hombre. Es como lo afirma Gómez de la Serna: "[e]l humorista se puede decir que adivina el final del mundo y obra ya un poco de acuerdo con la incongruencia final. El humorismo de hoy será la seriedad de mañana, pues la vida se venga de lo disolvente casándole con la nueva burguesía; pero, al final, la nueva enciclopedia será el último diccionario del humor" (Gómez de la Serna, 226). Es, en definitiva, la irreverencia del humorista –del artista-, entendida como libertad absoluta, la que establece el nuevo arte del humor. Irreverencia y libertad que sólo responden a la necesidad de entender el mundo y de querer estar en él. Humor es libertad e inteligencia, para saber vivir y, por lo mismo, saber crear.

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