"El poeta tiene que estar por lo cotidiano; pero no se debe dejar
absorber por lo cotidiano.Esa obligación de tener que ganarme la vida como profesor de literatura se traduce,en aburrimiento.Soy un poeta rural.La idea de lo rural en mi caso no es una abstracción.Es un asunto inmediato de vida.. Me sorprendió la lectura de un extenso trabajo sobre“La nueva poesía venezolana actual” de Rafael Arráiz Lucca en el que, de un plumazo,olvida la obra y el quehacer de los poetas venezolanos que viven en la provincia.Lo que no sé es si lo hizo por olvido o desconocimiento o por tratar de privilegiar su propia obra y las de sus amigos de “generación”. Debe estar consciente de que coloca en la trastienda la vida y la escritura de poetas como Irma Salas, Álvaro Montero, Ángel Eduardo Acevedo. Teófllo Tortolero, José Lira Sosa. Blas Perozo Naveda, Arnaldo Acosta Bello,por nombrar sólo algunos de nuestros creadores que se han refugiado fuera de Caracas para darle continuidad a una poesía entroncada con la renovación de la poesía venezolana de este siglo".Palabras del poeta de Pampanito,Estado Trujillo,José "Pepe" Barroeta. Arte de anochecer Hay un arte de anochecer. De la entrada del cuerpo al alma, de la niebla a la redondez y del círculo al cielo; hay un arte de luz, un campo donde anochecer es mirar la vida con el cuerpo cerrado. Hay un arte de anochecer, un descenso en la entrada del día a la completa oscuridad. Un intermedio donde es necesario recibir y saber todo sin estremecimiento. Hay un arte, un paisaje a veces amable, a veces torvo, donde ascenso y descenso son accesorios de la materia limpia. Hay un arte de anochecer. Quien haya vivido o soñado con bosques, luces y demonios, lo sabe. ______________________________ Fuegos La casa quedó junto al río hecha trizas.El sueño de mi padre se convirtió en polvo.Los árboles caían como espejos y los hombres corrían con cubos grandes.Las mujeres lloraban rodeando a mi madre. Eglé y yo contemplábamos los fuegos y sus ojos,más reverentes que los míos,advertían la tragedia. Aquella noche fui a la ciudad,me emborrache con Marcelo. Los campos se miraban rojos y como arrastrados por la muerte. ______________________________ Una rusa Tania Voroshilov es la rusa a quien hablo soñando. El oso de sus pies me seduce y vuélvese nieve todo el amor. Todo ha sido soñar y recorrer con ella la estepa, todo ha sido echarme en las flautas de su cabeza. Todo el cuerpo de Tania Voroshilov lo he conseguido soñando. Al apagar la luz de mi cuarto ya la tengo, cerca de mí en Leningrado. Y en las aceras de la ciudad que lleva el nombre del gran jefe, Tania Voroshilov baila desnuda. Me entrega su iluminado sexo en forma de alcohol. Tania Voroshilov es como el nombre de mis lecturas de los quince años. Allá en la mesa de aldea que humedece la lluvia, la foto del camarada Lenin se confundió entre libros y yo esquié sobre su helada y calva cabeza, siempre tomado de la mano de Tania Voroshilov. ______________________________ Todos han muerto Todos han muerto. La última vez que visité el pueblo Eglé me consolaba y estaba segura, como yo, de que habían muerto todos. Me acostumbré a la idea de saberlos callados bajo la tierra. Al comienzo me pareció duro entender que mi abuela no trae canastos de higo y se aburre debajo del mármol. En el invierno me tocaba visitar con los demás muchachos el bosque ruinoso, sacar pequeños peces del río y tomar, escuchando, un buen trago. No recuerdo con exactitud cuándo empezaron a morir. Asistía a las ceremonias y me gustaba colocar flores en la tierra recién removida. Todos han muerto. La última vez que visité el pueblo Eglé me esperaba dijo que tenía ojeras de abandonado y le sonreí con la beatitud de quien asiste a un pueblo donde la muerte va llevándose todo. Hace ya mucho tiempo que no voy al poblado. No sé si Eglé siguió la tradición de morir o aún espera. |
martes, 3 de febrero de 2015
[ARTE SILENCIOSO] "El poeta tiene que estar por lo cotidiano; pero...
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