Uno de los grandes venezolanos con quién tuvimos el honor de compartir gratos momentos, su guitarra y sus canciones en contrapunto con mi amado Peter y su gusto por la buena cocina fueron nuestros aliados, Iván Vivas un tovareño amante del arte y la buena vida nos acercó a Soto en sus viajes a Mérida y a su casa de Bailadores, recuerdos maravillosos que dejan huella.
El cinetismo de Jesús Soto siempre será joven
Son pocos los homenajes que se le han hecho a Soto / Archivo
El maestro falleció hace 10 años en París y sus restos se encuentran en el Cementerio de Montparnasse
SERGIO MORENO GONZÁLEZ SMORENO@EL-NACIONAL.COM14 DE ENERO 2015 - 12:01 AM
La estética de Jesús Soto
se traduce en movimiento. Sus obras vibran en un infinito juego de
colores, luz y formas geométricas sugestivas, que invitan a los
espectadores a un viaje sensorial. Ese fue el secreto de su
trascendencia. El maestro cinético dominó al tiempo.
La
curadora María Elena Ramos explica que en el arte hay una especie de
eterna juventud en las obras maestras. "Para la gente siempre serán como
nuevas. Eso pasa con Soto, que tocan ese ámbito de permanencia, que va
más allá de una tendencia o corriente artística".
Hace
diez años, el artista venezolano más importante del siglo XX dio el
último suspiro en su casa de París, rodeado de familiares y amigos
cercanos.
La noticia de su fallecimiento llegó a Venezuela cinco días después, cuando fue sepultado en el Cementerio de Montparnasse.
Las
obras de Soto penetraron en el imaginario colectivo a través de sus
propuestas llenas de movimiento. Ya en 1957, en la exposición
Estructuras cinéticas del Museo de Bellas Artes, el arquitecto Carlos
Raúl Villanueva lo calificó de "medio mago, medio geómetra", capaz de
hacer vibrar la tela tradicional y caminar encantado a la conquista de
dimensiones innumerables y desconocidas. "Soto, con un nuevo aporte, nos
abre una puerta sobre el maravilloso paisaje del arte del mañana".
En 2002, en una entrevista con El Nacional,
el maestro guayanés aseguraba que hubo un tiempo en que su trabajo era
difícil de aceptar. "La gente no creía que era arte, creía que era
decoración. Poco a poco descubrieron que tenía una razón de ser y que
era parte de un momento histórico. El nuestro fue un discurso que abrió y
formó una sensibilidad que ha servido para tener a los nuevos autores
que disfrutamos ahora".
Soto,
cuya obra ha sido una de las más expuestas y estudiadas por los
especialistas, fue reconocido con el Premio Nacional de Artes Plásticas
en 1960, además de sumar una miríada de importantes galardones
internacionales.
Sin
embargo, registra Juan Carlos Palenzuela en su libro Arte en Venezuela
1980-2005, la desaparición física de Soto "no ameritó ni una tarjeta por
parte del Ministerio de la Cultura ni de los museos nacionales" en ese
momento. Para la fecha de su partida, el 14 de enero de 2005, la Esfera
de Caracas había sido desmantelada por delincuentes. La imponente bola
naranja fue restaurada tiempo después por Pdvsa La Estancia y, a finales
del año pasado, pasó por un nuevo proceso de remozamiento.
En
una entrevista con la curadora Ramos, Soto le confesó que le molestaba
que la gente viera un cuadro, lo captara de una sola vez y se fuera.
"Como artista plástico eso me dejaba la sensación de lo incompleto. No
era como en la música. Y me di cuenta un día que lo que fascina en la
música, lo que obliga en su desarrollo, es el tiempo. A la pintura le
faltaba el tiempo".
El
maestro trabajó en sus obras con la percepción, con el espacio y su
duración sensorial. "Hizo a las personas desplazarse, y a la obra
vibrar", señala Ramos. "Produjo apariciones y desapariciones de las
líneas en el espacio. Hizo una obra que no pudiera captarse de una sola
vez, que pudiera 'durar' en la duración misma del ser que, al
contemplarla, la completa. El espectador fue entonces movido corporal,
sensorial y espiritualmente. Un arte tal dejó de ser solo espacial y se
fue haciendo afín a la temporalidad de la música, asemejándose a cómo
esta se hace obra en nuestro propio transcurrir, en nuestra propia
duración".
Hoy Jesús Soto es tiempo, espacio, línea, color, música y vibración. Su arte cinético siempre será joven.
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